¡Sí, subí al Ávila!
Fue casi como le pasó a Kafka del libro
Kafka en la orilla. A medida que más te adentras mayor confianza sientes con tu entorno; la naturaleza te va aceptando como parte de ella. El ascenso se hace menos difícil y el dolor que ya sientes es placentero. Vas soltando tus temores en el terreno escarpado que vas dejando atrás, así hasta el final.
En total fueron unas 7 horas de caminata. El único problema fue que en la última hora de bajada costaba ver el camino porque nos agarró la noche. Tus padres y la mamá de tu mejor amiga llamándote porque no sabían dónde estaban, el desconocer donde pisabas por la oscuridad y que tu paranoia te hiciera creer que no iban a llegar pronto no fue algo del todo fácil de sobrellevar. Sin embargo, si aceptaba mis miedos en voz alta sentía que estos mismos iban a terminar por comerme y eso no iba a resolver nada. "
A seguir caminando, que en algún momento esto se acabará..." Así fue como recogí temor por temor que había dejado tirados en la subida, y llegué siendo la misma persona de siempre. Me sentí como la tortuga de siempre que esconde la cabeza en su caparazón cuando se asusta.
La ciudad desde arriba.
Mi mejor amiga ( ๑´•ω•)۶"(ㆆ_ㆆ) ♥.
Es increíble lo pequeño que se es en comparación de la naturaleza, ¿no? Ahora, ¿volvería a hacerlo? No estoy muy segura. Hace mucho no me ejercitaba y ahorita mismo estoy demasiado adolorida. Me gustaría repetir la experiencia en el futuro, pero una vez tenga mejor manejo de mi sistema cardio-respiratorio. Sabrá Dios como no me morí a mitad del camino.
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